Uno de los consejos que le daba
Tom McConnell a sus empleados a la hora de intentar cosas nuevas era “Dedique
su energía no a emociones, sino a soluciones”.
Muchas veces tanto en nuestras
vidas como en nuestros trabajos dedicamos demasiado tiempo a nuestras emociones
cuando algo nos ha contrariado.
Todos podemos ser en algún momento el gruñón
de los siete enanitos y esa faceta se nos suele acentuar con la edad. Al final
podrían grabarnos en determinadas reuniones informales y daríamos el papel para
interpretar a este personaje a la perfección. ¿Y quién no se cansa de trabajar
con el gruñón?.
Acaso, no nos suena la imagen, de
un grupo de compañeros protestando por una situación acontecida en nuestro
entorno laboral, donde todos aportamos nuestros sentimientos de frustración,
enojo, desesperación y decepción por algo. Una conversación que se puede
repetir durante cada día cuando es una situación continuada en el tiempo. Y cada día nuestras emociones nos caldean y
nos hacen sentir derrotados, nos ayudan a perder la ilusión, nos hacen arrastrar
nuestro cuerpo y nos llevan a dejar de hacer cosas que estábamos realizando con
gusto. Es como si nuestro espíritu de lucha, cambio, y de ilusión por mejorar
la situación fuese totalmente adsorbido por estos sentimientos.
Es cierto que hay entornos
nefastos donde la única solución es salir, y no es de esos de los que estoy
hablando, aunque también es cierto que tenemos una solución: salir. Yo aprendí
mucho de esto en un curso interno que estamos recibiendo un grupo de
responsables de una empresa, cuando uno de nosotros comentaba a la psicóloga el
entorno de falta de oportunidades, lo poco gratificante, la falta de
remuneración económica comparada con otras empresas, etc. que encontraba en su
trabajo y decía que la pena era que esa situación no la podía cambiar porque
ese trabajo era así. Y lo que me sorprendió fue cuando ella le afirmó: “¡pero
te compensa¡”. El respondió que claro que no, pero que no tenía más remedio que
no tenía otra opción. Entonces ella le dijo: Si tienes una solución: es la de
salir y buscar otro empleo donde encuentres lo que echas en falta en este. Si
no lo haces es que este te compensa por alguna razón, como la seguridad o
estabilidad. Es verdad siempre tenemos opciones, siempre tenemos soluciones.
Desde aquel momento no le escuche a él más quejarse de tener ese puesto de
trabajo ni a nosotros, porque todos sabíamos que sin ser perfectos nos compensaban.
Con esto no quiero decir que no
podamos en el momento de pasar una situación desahogarnos de lo que estamos sintiendo,
expresando y exteriorizando lo que nos ha hecho sentir. Eso es, incluso sano.
Pero esto también tiene su tiempo, una vez expresado, es absurdo regodearse en
ello.
Muchas veces he escuchado
quejarse a personas, diciendo eso ha sido así, ya lo hemos dicho y no ha
cambiado. Pero yo creo firmemente en la opción de aportar soluciones. Cuando
uno va a hablar con su responsable llevándole un problema detectado, creo que
es necesario acompañarlo de posibles soluciones evaluadas. Es nuestro superior
quien tendrá que tomar las medidas o solucionarlo o explicarnos por qué eso
tiene que ser así, pero nosotros hemos contribuido y sobre todo hemos dedicado
nuestro tiempo y energías a encontrar soluciones, en vez de estar rumiando
emociones que solo nos hacen sentir mal, y que contribuyen a un ambiente
negativo.
En cierta ocasión y tras meses de
estar sufriendo una situación que nos desgastaba en relación a la información que
recibían nuestros clientes y después de haber escuchado a mis compañeros decir:
“no lo vuelvas a decir, no va a pasar nada”. Decidí volver a la carga, hable
con nuestro responsable, le presente lo que aquella situación estaba provocando
en nuestra empresa y la imagen que se estaba recibiendo en el exterior y le
ofrecí argumentos y soluciones de por qué para la otra empresa implicada
también sería positivo solucionarlo. No fue rápido y me lleve alguna charla
sobre lo que no eran mis funciones, pero tras unos meses logramos que esa
información se diese de forma unificada por las dos empresas y logramos
beneficiarnos ambos de ello.
Tal vez nuestras soluciones no se
aceptan en ese momento, y tenemos que seguir pensando y buscando nuevos modos
para hacerlo, pero al final buscar soluciones nos hace sentir más felices que
regodearnos en nuestras emociones de frustración y decepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario