Desde que nacen los niños nos empeñamos en que aprendan a
hablar para poder comunicarnos con ellos, y sin embargo hoy pienso que eso es
casi una paradoja. Los bebes están enlazados a los sentimientos y perciben lo
que se siente mucho más aún de lo que se dice, y fluyen más en el sentimiento
de sus seres importantes que en los suyos. El humor de un bebe depende en gran
manera del de su madre.
Y la traducción de una madre con su hijo es la mejor que se
puede encontrar, a una madre no hace falta decirle como estamos. Nos miran a la
cara y ya saben lo que nos pasa. ¿No les ha ocurrido nunca eso de entrar en su
casa y su madre les mira y les dice a ti te pasa algo? y uno cuando es pequeño
sabe con certeza que su madre tiene súper poderes porque siempre sabe o eso o
es que ha contratado todo un sistema de espionaje que le hace llegar la
información en tiempo real.
Pero no es nuestra cara lo único que le da pistas,
nooooo¡¡¡. En Andalucía se dice que no es lo que se dice sino el tonito con el
que se dice, y uno piensa ¿con qué tono lo habré dicho que ya me ha pillado
otra vez? sin verme ni siquiera, tan solo con una llamada, ya sabe ¿es para
sospechar o no?, no cabe duda son adivinas.
Y uno practica y practica delante del espejo, a poner caras y
a decir una misma frase con tono neutro, pero no llega nunca a lograr que ellas
no utilicen esa mirada de inteligencia emocional que detecta en nosotros
cualquier cambio. Superman hubiese dado cualquier cosa por poseer esa mirada,
de haberla tenido ni la kryptonita hubiese podido con él.
Pero crecemos y aprendemos a hablar, las palabras nos
inundan, invaden nuestra mente y centramos todos nuestros afanes de
comunicación en el uso de esas palabras. Y sin embargo y a pesar de las muchas
palabras que existen, dicen que más de 200.000 en nuestra lengua, y de las
pocas que logramos utilizar en nuestro vocabulario diario, unas 300, nos ocurre
a veces que no encontramos palabras para expresar lo que queremos y lo que
sentimos.
Entonces ¿por qué las palabras no bastan? tal vez porque en
los tres componentes de la comunicación las palabras solo ayudan a construir el
mensaje. Y hasta el mensaje necesita además del uso de palabras, de la buena
coordinación de las mismas, del apoyo de nuestro cuerpo al ratificar esas
palabras y del tono con el que son dichas.
Y está la persona que las dice, en ese momento, de cómo se
siente, de su claridad mental, de sus sentimientos, de su stress mientras las
dice, de su actitud, de sus ganas de decirlas, de su modo general de hablar y
de su modo particular del momento en que se encuentre.
¿Y el que escucha? bueno en ese caso, depende de lo que
quiere oír, de cómo se siente, de lo que siente por quien le habla, de su
capacidad para interpretar las palabras, de su actitud y de lo ocupada que tenga en ese momento su
mente.
Con todo, las palabras no bastan.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues estoy muy de acuerdo contigo, las palabras no bastan y muchas veces sobran. Yo prefiero disfrutar de algunos silencios como el que acompaña a un abrazo ;)
EliminarEnhorabuena por el blog!
Evita