Es tan importante lo que se dice, como el
modo en que se dice Últimamente hemos descuidado mucho el modo de decir las
cosas.
Creo que todos nosotros hemos ido alguna vez
cuando éramos pequeños, llorando a nuestra madre a decirle algo malo que nos ha
hecho nuestro hermano, y nuestra madre nos ha terminado también peleando a
nosotros, por el modo en que lo hemos contado y por cómo nos hemos expresado de
nuestro hermano. En ese momento no podíamos entender por qué nuestra madre
también se enfadaba con nosotros y al preguntarle hemos obtenido una de esas
frases lapidarias que nos enseñan las madres: ¡tenías la razón, pero la has
perdido por el modo en que lo has expresado¡.
Cuantas veces la pasión y la rabia nos hacen
perder los papeles al expresarnos y nuestras palabras nos quitan la razón de lo
que defendíamos.
Siempre es importante el modo en que nos
expresamos, pero aún más lo es cuando estamos enfadados, con ira, o arrebatados
por una pasión.
Desgraciadamente estamos viviendo en unos
momentos donde hemos descuidado el respeto a la hora de hablar. El respeto es
lo que hace que uno disfrute de una buena conversación con personas con las que
tienes diferentes ideas. El respeto hace que tus palabras sean escogidas con
cuidado para que no causen daño a la otra persona a pesar de que no estés de
acuerdo con lo que esté haciendo o diciendo. Un respeto que es mutuo por
supuesto.
Sin lugar a dudas, nuestros ambientes de
trabajo mejorarían si ese respeto que nos enseñaban de pequeños fuese una
variable a la hora de relacionarnos en nuestros entornos laborales. Yo doy fe
de ello, porque he ganado grandes amigos, en compañeros a los que los que nos
separaban muchos temas por encontrarnos en equipos que tenían que defender
posturas contrarias.
¿El mejor consejo? el que nos daban nuestras
madres: “cuida tanto lo que dices como el modo en que lo dices”